NAUFRAGIOS
La Florida era una tierra que se había resistido a los intentos de los españoles por tomarla; verde y hermosa pero llena de manglares y habitada por mil cacicazgos divididos que hacían imposible la victoria en una sola batalla. Ello no quita para que Pánfilo de Narváez propusiera al rey el desmesurado proyecto de conquistar estos territorios, expedición a la que se sumó Cabeza de Vaca en calidad de tesorero y alguacil. Partieron de Sanlúcar de Barrameda con 5 naves y unos 600 hombres el 17 de julio de 1527, pero ya en Cuba 140 hombres huyeron y un huracán les dejó con bastantes pérdidas humanas y materiales. Habiéndose repuesto de tales infortunios, consiguieron poner pie en la Florida el 12 de abril de 1528. Frente a las exigencias de Narváez, Cabeza de Vaca se opuso a la temeraria decisión de internarse con la tropa en esta tierra inhóspita y abandonar las naves. Desastre previsible que les llevó a sufrir mil infortunios, derivados de las enfermedades y del cautiverio al que les sometieron los indios.
Sin embargo, cuatro de aquellos hombres entre los que se encuentra Cabeza de Vaca, lograron escapar y en una caminata épica de casi nueve años, recorren desde la isla de Mal Hado (Galveston, Texas) a la Nueva Galicia (Nueva España), como bien señala el académico Juan Gil en su documentado prólogo. He aquí la odisea que nuestro protagonista relata en los Naufragios (libro que inaugura un género) y que desde la propia experiencia nos permite ver las costumbres de los indios, el babel de lenguas que manejan, la flora y la fauna de la región, el hambre como gran protagonista o descubrir el papel de los españoles como curanderos entre los distintos pueblos visitados.
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En 1537 Álvar Núñez regresa a España con la gloria de ser el hombre que mejor conoce a los indios del Nuevo Mundo. Por ello pone los ojos en el Río de la Plata, tierra que se encontraba sin pacificar, y obtiene del rey permiso para poblarla y conquistarla tras los intentos fallidos de otros predecesores. La flotilla se hizo a la vela en la bahía de Cádiz el 2 de diciembre de 1540 y llegó a Santa Catalina (Brasil) el 29 de marzo de 1541. Desde ahí veremos a la tropa abrirse paso por la selva virgen a golpe de machete, construir puentes y transportar canoas por tierra para sortear las imponentes cataratas del Iguazú, como nos explica por extenso Pero Hernandez, el escribano de la expedición que firma estos Comentarios.
ISBN: 9788415255550
Fecha Edición: 01/02/2018
Páginas: 448