Nuestro poeta, por su organización vigorosa y cultivada, pudo resistir esa terrible dolencia que un médico escritor llama con gran propiedad "la enfermedad del ensueño". Era un sublime apasionado, un nervioso, uno de esos divinos semilocos necesarios para el progreso humano, lamentables cristos del arte, que por amor al eterno ideal tienen su calle de la amargura, sus espinas y su cruz. Nació con la adorable llama de la poesía, y ella le alimentaba al propio tiempo que era su martirio. Desde niño quedó huérfano y le recogió un hombre que jamás podría conocer el valor intelectual de su hijo adoptivo. El señor Allan -cuyo nombre pasará al porvenir al brillo del nombre del poeta- jamás pudo imaginarse que el pobre muchacho recitador de versos que alegraba las veladas de su home fuese más tarde un egregio príncipe del arte.
ISBN: 9786077546221
Fecha Edición: 01/09/2009
Páginas: 78